Papa Francisco: La esperanza hecha justicia y fraternidad

Papa Francisco: La esperanza hecha justicia y fraternidad
II EMMP, Bolivia. Foto | L'Osservatore Romano

La elección del cardenal argentino Bergoglio como Papa fue toda una sorpresa porque aún siendo candidato con posibilidades no era el mejor colocado. Y, lo que es la vida, salió Papa porque las corrientes conservadoras acabaron enfrentándose y una de ellas optó por votar a Bergoglio como Papa, lo cual dio le dio los votos necesarios. Él no quería pero ha sido una sorpresa de la historia y una primavera para la Iglesia y para el mundo.

Bergoglio acepta indicado que él tiene una forma de pensar, sentir y actuar que no la va a cambiar; que todo lo vivido y lo sufrido con el pueblo argentino y con el pueblo latinoamericano lo va a hacer vida en su pontificado. No se deja intimidar ni negociar con la Curia romana para ser alguien mediocre, diplomático o situarse en tierra de nadie, que significa ponerse al lado de los poderosos. Manifiesta que en un mundo injusto e inhumano situarse equidistante es ponerse a favor de lo que construyen ese mundo injusto e inhumano y alejarse de los descartados, de los empobrecidos. Entre los centros económicos y la periferia, él siempre se sitúa en la periferia.

Y, en efecto, arranca su papado eligiendo el nombre de Francisco de Asís, el primer Papa que elige este nombre, para señalar que su pontificado va a estar atravesado por conseguir la paz, por la defensa de los empobrecidos, por amar la creación,  por construir una iglesia pobre, de los pobres y con los pobres. Deja claro que los desposeídos, los desheredados van a ser el centro de su ministerio, no como una opción personal, sino una opción obligada que nace de los evangelios y de la Doctrina Social de la Iglesia. Y, lo hace desde el primer momento: Su salida al balcón lo hace con una vestimenta sencilla, no quiere oropeles, con una sonrisa, con sus propios zapatos viejos y pidiendo a los creyentes que recen por él. Se queda en la residencia de Santa Marta y renuncia a la gran habitación papal, ante sorpresa y enfado de la Curia. Se pone en marcha inmediatamente, porque los problemas del Vaticano no tienen espera y sabe que es la Curia romana es uno de los grandes problemas, porque es una curia que vive en el confort, en el lujo, en la corrupción en todos los ámbitos y al servicio de los grandes poderes económicos. Sabe que va a ser la Curia romana su gran enemigo. Y, lo primero que hace es una reforma de la economía para que no sea un paraíso fiscal del dinero proveniente de los negocios turbios.

Trata a la gente que se encuentra por esos inmensos pasillos y por esos despachos con educación, respeto, un hola, un cómo va vos y hasta le preguntó a los trabajadores y trabajadoras si las condiciones laborales eran buenas o no ¡Ni qué decir que las mejoró! Recuerdo en los diversos encuentros de los movimientos populares que algún obispo decía: “Francisco nos ha dicho…” Cuando se daba cuenta de este tuteo, que era habitual en el trato diario, decía a continuación: “Bueno, el Santo Padre nos ha dicho…”. Surgía una sonrisa tanto en el obispo como en la audiencia.

Francisco ha escuchado el clamor de los pobres, los gritos de los que se ahogan en el mar huyendo de la guerra y de la miseria, porque los considera sus hermanos y hermanas, tenga fe o no o sean de cualquier otra confesión. La vida de cualquier persona es importante para él y le duele en el alma que la sociedad los descarte, pero, hay un mayor dolor cuando esa actitud lo ve en la propia Iglesia.

Ha escuchado el grito de la clase trabajadora que pide un trabajo digno. Ha escuchado el grito de las familias que le han arrebatado su vivienda, que le han expulsado de su tierra. Son las tres “T” del Encuentro Mundial de los Movimientos Populares: “Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que le da el trabajo”. Y, desde este clamor defiende que la política debe estar al servicio de la dignidad humana, del bien común y del cuidado de la casa común. Francisco escucha la voz de los movimientos sociales, de los se comparten la vida con los empobrecidos, luchan cada día por la transformación del mundo desde la no violencia para que reine la paz, la justicia social, la libertad y la fraternidad. Escucha a los pobres y calla a los ricos. Dos de sus encíclicas están escritas después de oír a los empobrecidos y a los movimientos populares. La palabra de los pobres las hace suya y la convierte en magisterio.

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Alguna persona me ha preguntado por qué Francisco tiene un gran reconocimiento y otros papas, habiendo escrito encíclicas muy profundas y proféticas tienen bastante menos reconocimiento. El reconocimiento viene dado por su coherencia entre lo que escribe y lo que hace. Su credibilidad es que habla de los pobres y está al lado de los pobres, en conflicto con los que provocan la pobreza. Por todo esto, le acusan de hereje, de antipapa, de comunista, de heterodoxo, hasta alguno lo degrada como Papa y lo llama ciudadano Bergoglio. Recuerdo en el primer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares que hacía referencia a ese adjetivo que le atribuían de comunista y él decía: “Me llaman comunista cuando todo lo que digo y hago viene de los evangelios y de la Doctrina Social de la Iglesia”. Cuando en el último encuentro de movimientos populares pide diez cosas en el nombre de Dios, entre ellas el salario universal, lo hace desde la Fe en el Dios de la vida, pero una vida en dignidad. Cuando pide que se liberen las patentes y que las farmacéuticas no hagan negocio con la salud, lo hace desde esa fe en Jesucristo, una fe que afirma que cualquier vida hay que cuidarla. ¿Comunista? No, sencillamente quiere ser fiel al seguimiento de Jesucristo.

Por eso, Francisco en la encíclica Fratelli tutti (Todos hermanos) denuncia el racismo la xenofobia, el rechazo a los pobres y nos pide que acojamos los inmigrantes y a los refugiados. Y, como dice Francisco que su pretensión en esta encíclica es: “un humilde aporte a la reflexión para que, frente a las diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”. Ya digo que este sistema económico actual mata, excluye y genera grandes desigualdades sociales. No es de extrañar que desde los lobbies financieros y económicos lo vean como un enemigo de su avaricia y su codicia.

Creo que el papa Francisco ha sido y es esperanza, rebeldía y humanización desde una fe profunda y honda en Jesucristo, como camino de fraternidad, de caridad social y política, de justicia, de libertad, de paz y de reconciliación. Ha despertado nuestra capacidad de sonreír y de soñar en un futuro mejor, en contra de la globalización de la indiferencia. Todo esto lo hace realidad y vida en cada decisión y en cada actuación.

Es esperanza y una esperanza hecha justicia social y fraternidad, comunión entre las personas, los pueblos y con la naturaleza. Es una esperanza que quiere derribar el muro de la complicidad y de la indiferencia para convertirlos en puentes de compromiso con la humanidad para respirar la paz, la libertad, la fraternidad y la justicia, para sembrar vida y vida en abundancia.