La justicia social de la economía para la vida
La Asamblea General del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos se celebra en Lourdes (Francia), del 24 al 31 de marzo, con el lema «La justicia social en una economía para la vida» con la participación de delegados y delegadas de los cuarenta movimientos.
El encuentro sirve para compartir la vida y las acciones realizadas en los diferentes países y definir juntos el plan de acción del movimiento internacional para los años 2023-2027. «Para implementar una verdadera justicia social, es importante obligar a los Gobiernos de todos los países a emprender políticas sociales fuertes», afirman el copresidente del MMTC, Jean Claude Tolbize, y la secretaria general, Mariléa Damasio.
Solo así, entienden, será posible erradicar la pobreza y el hambre a través de la agricultura sostenible, implantar la energía limpia y asequible, garantizar el acceso al agua potable y al saneamiento, desarrollar un sistema de salud y bienestar, una educación de calidad, promover la igualdad, fomentar el trabajo digno, la reducción de las desigualdades, el consumo y la producción responsables, la lucha contra el calentamiento global, etc.
«Los desafíos son inmensos, los obstáculos muchos. Cada uno está llamado a participar allí donde está. De hecho, es el Dios Creador quien llama a los trabajadores a comprometerse colectivamente en la construcción de un mundo de paz y justicia que respete a los más débiles», dicen en una Tribuna ambos responsables.
El encuentro valorará los esfuerzos realizados por cada movimiento durante el período tan difícil de la pandemia, mantenimiento de contactos a través de internet, visitas a miembros aislados o en dificultades económicas, debido a la pérdida de su trabajo, solidaridad con los enfermos, acciones colectivas para una mejor cobertura del desempleo, etc.
Inspirados en la parábola de la viuda, del Evangelio de Marcos (12, 41-44), donde Jesús destaca la importancia del gesto de esta mujer que da lo que, sin embargo, le es necesario para vivir cuando muchos no dan solo lo superfluo, llaman a las organizaciones de trabajadores cristianos de cada país a poner en práctica el compartir y la solidaridad y así hacer descubrir, en la vida cotidiana, la importancia de pertenecer a un pueblo, el de trabajadores, a partir de la realidad vivida localmente y de su propia cultura.
Esta importante cita incluye diálogos, intercambios, debates, oraciones, celebraciones, fiestas también, y se constituye como espacio de encuentro con el otro que es diferente por su lengua, su cultura, su historia.
Las personas participantes están convocados a abandonar las certezas, a dejarse penetrar por la palabra del otro, a descubrir otras realidades y juntos buscar un camino común, animados por la misma fe en Cristo resucitado.
«En una civilización globalizada que aboga por la economía de mercado como única solución, pero donde, de hecho, solo una minoría se enriquece», insiste el equipo coordinador «se abrirán vías para demostrar que otro mundo es posible».
Las grandes orientaciones adoptadas en conjunto durante la asamblea serán una invitación a cada organización nacional y regional a definir mejor su plan de acción para «corresponder tanto a su realidad local como al proyecto de creación divina que propugna a corto y largo plazo el establecimiento de un Reino de amor, justicia, compartir, misericordia, paz».
«Ciertamente, este Reino no se realizará plenamente hasta el final de los tiempos. Pero, damos a nuestra acción humana, por más justicia, igualdad y fraternidad, una dimensión evangélica para anunciar la Buena Noticia de Cristo resucitado en el Pueblo de los trabajadores. Estamos llamados a convertirnos en profetas. ¿No es esa la meta de nuestro Movimiento de Trabajadores Cristianos?», concluyen Tolbize y Damasio. •
Redacción de Noticias Obreras.
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