Cuento del niño Jesús para un niño de cuatro años
Hace muchos años, cuando no había ni coches, ni escuelas ni parques infantiles… La gente trabajaba de payés para hacer trigo, harina, pan, verduras, aceite, vino. Y también los había que hacían casas de madera y de ladrillos (como las que hacían dos de los tres cerditos). Vivían en un país llamado Galilea cerca de un lago llamado Tiberíades.
Había una pareja, María, que hacía el pan y cuidaba el huerto y las gallinas y José, que era carpintero que sabía hacer casas y arreglarlas si se estropeaban. Las casas no tenían grifos ni duchas se lavaban con cubos de agua que sacaban del pozo.
María se quedó embarazada, tenía un niño en la barriga. Pero debía ser un niño especial, con superpoderes especiales porque vino de una estrella a la vientre de su madre. Eran pobres y cuando faltaba poco para nacer el niño, el rey que mandaba les obligó a ir a un pueblo lejos donde había nacido el padre, José. Fueron con María subida en un burro y con José caminando.
Cuando llegaron cansados al pueblo de Belén, ya no había sitio para dormir y se quedaron en un portal donde había animales, el burro y un buey con cuernos. Cuando nació el niño Jesús, la estrella se acercó para verle y se lo contó a unos pastores que cuidaban el rebaño. La estrella les dijo: este niño os hará más felices y os ayudará cuando sea mayor; y los pastores muy contentos, le fueron a ver, y le traían leche de oveja y queso y lana para taparse. Le cantaban canciones para que estuviera contento y para acompañar a José y María.
Unos días más tarde llegaron unos reyes magos; bien en realidad, eran sabios que estudiaban las estrellas y vieron aquella estrella especial y la siguieron hasta que llegaron a donde se paró la estrella y entonces vieron al niño que cuando se haría mayor tendría superpoderes. También le hicieron regalos, y de ahí salió la historia mágica de los reyes de oriente que hacen regalos a los niños.
Volvieron al pueblo que se llamaba Nazaret, y allí aprendió de su padre y de su madre, las labores de payés y las de hacer casas, pero como era listo le gustaba ir a sentir cómo las personas adultas iban a un sitio que llaman la sinagoga. De hecho una gente, que se llama judíos, Jesús era judío, se encontraban una vez a la semana en la sinagoga y allí cantaban y leían libros antiguos y Jesús aprendió a leer y a hablar como los adultos en ese lugar.
Al ser muy listo, y como tenía superpoderes se fijaba en que los campesinos y los que hacían casas trabajaban mucho pero tenían que dar gran parte de lo que ganaban a los señores que mandaban, y también a unos soldados romanos como los de Galia (del cuento de Astérix y Obélix) y casi toda la gente eran pobres y apenas tenían para comer.
Cuando Jesús se hizo mayor pensó, “ayudaré a toda la gente a que sea más feliz”, y quería que los pobres tuvieran suficiente para comer y vivir bien y que todo el mundo estuviera contento, por eso iba por la calle y ayudaba a los enfermos. No había hospitales. Bien, iban a una piscina de agua caliente para estar mejor, pero siempre necesitaban a alguien que los cuidara y Jesús hizo un grupo de amigos, muchos de ellos pescaban en el lago con una barca, que se dedicaron a ayudar a la gente .
Estos eran sus superpoderes, sabía lo que necesitaba cada persona y él y sus amigos le ayudaban, hablaban, se repartían la comida y lo que pescaban en el lago. Y la gente le amaba mucho a Jesús ya sus amigos y muchos querían hacer como él.
Desde hace mucho tiempo, las personas que les gusta ser como Jesús que nos llamamos cristianos, se inventaron la costumbre de celebrar cada año el nacimiento de aquel niño que, de mayor nos enseñó a ser buenos y generosos con los demás y explicar que hay gente rica y poderosa que tiene soldados y que se aprovecha de los pobres.
Por eso algunas personas nos gusta mucho ser como Jesús y nos hace muy contentos intentar imitar a sus superpoderes.
Doctor en Geografía. Exdirector de Cáritas de Vic. Exmilitante de la HOAC.