¿Quién paga esta crisis?

¿Quién paga esta crisis?

La subida de los precios a finales de este año rondará el 8%. Sin embargo, los salarios han subido un 1,8% con respecto a 2021 (2,61% hasta septiembre para 7,6 millones de trabajadores) en los convenios firmados y nada para cerca de 3,5 millones de trabajadores cuyos convenios no se han firmado todavía. Esto es un drama para la economía de las familias que ven cómo su dinero cada vez cunde menos.

No es admisible que se siga pagando de forma indigna a las personas que sacan adelante las empresas, que hacen el trabajo del día a día y que hacen posible esos beneficios que hoy más que nunca están acumulando las empresas, beneficios muy superiores a antes de la pandemia en algunos sectores, que se quedan en el bolsillo de unos cuantos accionistas.

Sin ir más lejos, los datos del Banco de España señalaban que en los seis primeros meses de 2022 la facturación de las empresas aumentó un 48,3% en comparación con el mismo periodo del ejercicio anterior. En cerca de 1.000 empresas no financieras, con cuyos datos se elabora la estadística, los beneficios “se expandieron a un ritmo elevado, y se registraron ya niveles muy similares o incluso algo superiores a los existentes antes de la crisis de la Covid”.

Todo esto es una espiral que está siendo empujada por alguien, tiene responsables, los accionistas, empresarios y empresarias que suben los precios para lucrarse a costa de esa subida, para luego negarse a subir los salarios a sus trabajadores y trabajadoras, sin darse cuenta de que no solo desarrollan la actividad, fabrican los productos y prestan los servicios, sino que son quienes van a consumir. Las compañías que cuentan con posiciones dominantes en sus mercados han trasladado a sus clientes la subida de costes, consiguiendo un aumento notable de sus beneficios, estrategia seguida de forma generalizada por todas las empresas para mantener sus márgenes.

El informe de Cáritas El coste de la vida y estrategias familiares ha advertido de que tres de cada diez hogares en España, unos seis millones de familias, no cuentan con un presupuesto familiar suficiente para alcanzar unas condiciones de vida dignas. Sus cálculos parten de lo que se ha llamado el Presupuesto de Referencia para unas Condiciones de Vida Dignas (PRCVD), una estimación del coste de las necesidades básicas de los hogares.

La codicia y avaricia empresarial se ceba especialmente con las familias más vulnerables, con peores salarios, que son precisamente las que suelen engrosar los sectores laborales donde resulta más difícil arrancar las subidas salariales, al estar en condiciones más precarias.

Las movilizaciones convocadas por las organizaciones sindicales son parte importante de la ecuación para hacer ver la realidad de la gente que se está ahogando. La pobreza y la desigualdad están alcanzado niveles inasumibles.

La comunidad cristiana no puede permanecer impasible ante la realidad de sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. Fieles a nuestra misión, debemos acompañar a las personas que más dificultades tienen para llegar a fin de mes, pero también participar en las luchas y en los conflictos donde se está dirimiendo cómo hacer frente a esta enésima crisis.

Esto implica apoyar una reivindicación tan justa como es ganar un salario digno, poder ganarse la vida, poder pagar la cesta básica de la compra y crear espacios de encuentro con quienes persiguen el objetivo de dignificar el trabajo, porque hay personas y organizaciones convencidas de que hay otra forma de hacer sociedad, de hacer un mundo más justo que tenga en cuenta a todas y cada una de las personas y se esfuerzan, de verdad, por no dejar atrás a nadie.