Las repercusiones de la crisis climática en la migración laboral

Las repercusiones de la crisis climática en la migración laboral
Foto | Hussein Malla, vía Sección Migrantes&Refugiados Vaticano.
El boletín Trabajo para todos incluidos migrantes y refugiados número 8, que elabora la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, está dedicado a las repercusiones de la crisis climática en la migración laboral.

Cuando se crean situaciones inesperadas o se producen catástrofes de evolución lenta, que constituyen una amenaza para una determinada región, también su mercado laboral sufre las consecuencias. Hoy en día, ninguna región está a salvo de los riesgos medioambientales. Debido a las inundaciones extremas, a los incendios, a las sequías y a los diversos efectos del cambio  climático, las personas se enfrentan a continuas violaciones de su dignidad y sus derechos, con consecuencias devastadoras también para el trabajo y la economía.

Debido a las repercusiones de la crisis climática en los medios de subsistencia, un número cada vez mayor de personas emigra en busca de un empleo más estable. Los primeros intentos se caracterizarán por una migración interna, con personas que se desplazan hacia los centros urbanos, donde los puestos de trabajo están menos influenciados por la naturaleza y el cambio climático.  Pero esas transiciones no siempre ocurren sin que los trabajadores tengan que enfrentarse a  numerosas adversidades, dado que éstos podrían carecer de conexiones sociales o de las competencias necesarias, o incluso acabar en un mercado laboral sobresaturado, sin perspectivas ni posibilidades que les garanticen una vida digna.

La reasignación de la mano de obra es una consecuencia “natural” de la crisis climática. El número de trabajadores que han comenzado a emigrar al extranjero, debido al cambio climático, es consistente y, sin lugar a dudas, éste se trata de un fenómeno en constante aumento. Sin embargo, a falta de una reglamentación uniforme y eficaz, se recurre cada vez más a una migración irregular y precaria, hecho que favorece también la vulnerabilidad, la separación de las familias y el peligro de ser víctimas de la trata de personas.

Los efectos de la crisis climática en el mercado laboral confirman la necesidad de una cooperación a nivel internacional, que se traduzca a su vez en políticas y en acciones dirigidas no solo a la mitigación y a la adaptación del cambio climático, sino también a la promoción de una migración segura, ordenada y regular para los desplazados por el cambio climático.

Este Boletín presenta las mejores prácticas, declaraciones y testimonios que analizan la resiliencia y la protección de las personas cuyos medios de vida se han visto afectados negativamente por el cambio climático.

Protección y capacitación de los trabajadores desplazados climáticos

En 2015, el papa Francisco intervino en el simposio Esclavitud moderna y cambio climático: el compromiso de las grandes ciudades, recordando su mensaje de “ecología humana”, que ya había presentado en Laudato si’, que definió precisamente como una encíclica social, ya que entre la persona y el medio ambiente “hay una relación de incidencia mutua”. En ella, el santo padre abordó el fenómeno de la migración desde las zonas rurales, que ya no ofrecen oportunidades de trabajo, hacia los cinturones de miseria de las grandes ciudades. Definió que “la idolatría de la tecnocracia”, es decir, la excesiva tecnificación, afecta al mundo del trabajo, pero también a la salud y al medio ambiente. Resumiendo todos estos aspectos, el papa Francisco afirmó: “¿Qué sucede cuando todos estos fenómenos de tecnificación excesiva, de no cuidado del ambiente, además de los fenómenos naturales, inciden sobre la migración? El no haber trabajo, y después la trata de las personas. Cada vez es más común el trabajo en negro, un trabajo sin contrato, un trabajo arreglado debajo de la mesa”.

En su discurso con motivo del evento de solidaridad en el 30º aniversario del Sistema de la Integración Centroamericana, Francisco habló de las personas que se ven obligadas a huir debido a la crisis climática. “Tanto los fenómenos climáticos como las catástrofes medioambientales provocadas por el hombre en su labor de acaparamiento de tierras, deforestación y apropiación del agua, explicó el santo padre, atentan gravemente contra los tres ámbitos fundamentales del desarrollo humano integral: la tierra, la vivienda y el trabajo”. Seguidamente, hizo un llamamiento para que se adopten mecanismos internacionales de protección concreta, pero también políticas regionales de protección de nuestra “casa  común”, que puedan tener como objetivo paliar el impacto de la crisis climática.

La Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral publicó sus Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos (2021).  El documento pretende ser una guía para comprender los retos que plantean los desajustes climáticos y la atención pastoral que debe ofrecerse a los desplazados climáticos. El documento destaca diez retos relativos al desplazamiento climático y a sus víctimas, a la vez que sugiere respuestas pastorales adecuadas a los efectos de la crisis climática en la migración laboral.

A través del proyecto Volti per le Migrazioni, FOCSIV y GCAP Italia presentaron un vídeo sobre el cambio climático y la migración (IT/EN). El vídeo muestra cómo los efectos del cambio climático, como la desertización y las inundaciones, empeoran las condiciones de vida de las poblaciones locales más vulnerables, desde Nigeria hasta Afganistán. Ante esta situación de constante deterioro, es necesario disponer de un plan de justicia climática, tanto a nivel nacional como global. Para ello, FOCSIV y GCAP Italia identifican algunas acciones necesarias, entre las que cabe destacar: la adopción de estilos de vida respetuosos con la Tierra, la contribución de la Unión Europea al desarrollo del medio ambiente, los derechos humanos, la aceleración de la transición ecológica y la protección y mejora de la resiliencia de las comunidades vulnerables de los países del Sur.

Buenas prácticas de los agentes católicos

En Monpura (Bangladesh), Catholic Relief Services (CRS) puso en marcha el Proyecto Mutki (EN) para prevenir inundaciones y hallar medios de subsistencia alternativos que puedan soportar fenómenos meteorológicos extremos. De hecho, esa zona a menudo se ve afectada por catástrofes naturales, como los ciclones. El testimonio de Noornobi (EN) es un perfecto ejemplo de esta iniciativa. Su familia era pobre y sus tierras se inundaban con frecuencia, por lo que les resultaba difícil cultivar hortalizas durante todo el año. Gracias al Proyecto Mutki, los habitantes de la zona, como Noornobi, tienen la oportunidad  de contar con un trabajo estable y seguro, sin correr el riesgo de tener que emigrar para escapar de los fenómenos meteorológicos extremos. Noornobi aprendió a prevenir  la  inundación de sus tierras, a cultivarlas aplicando criterios ecológicos, por lo que renuncia al uso de fertilizantes químicos y emplea sólo aquellos orgánicos, y a criar pollos y patos para la venta. “Hemos mejorado gracias al cultivo de hortalizas… poco a poco empezamos a obtener beneficios”, dijo.

La mayoría de los 2.000 desplazados internos (IDP) que viven en el emplazamiento de Ardjaniré, en Camerún, se vieron obligados a abandonar sus hogares debido a los violentos enfrentamientos que se están produciendo entre pescadores, pastores y agricultores en la región del extremo norte del país. Sin embargo, la causa principal de los conflictos es la escasez de recursos, sobre todo de agua, que está relacionada con el cambio climático. Para apoyar a los desplazados internos de Ardjaniré, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) puso en  marcha una huerta comunitaria, en colaboración con ACNUR Camerún. El proyecto pretende mejorar la resiliencia alimentaria y los medios de subsistencia de los desplazados internos y para ello ha plantado 1.800 árboles y abierto una huerta. Además, la huerta se diseñó para que los desplazados internos aprendieran nuevas técnicas agrícolas que llevarán consigo dondequiera que vayan. Las familias del campamento dependen de estas fuentes adicionales de alimentos y de ingresos para poder satisfacer sus necesidades diarias. Debido a la escasez de agua no es posible ampliar el proyecto y cultivar un mayor número de tierras.

Los agentes católicos también trabajan para apoyar las posibilidades de las poblaciones desplazadas por el clima de regresar a sus tierras de manera segura. El proyecto Back to Beira (IT) nació de la colaboración entre Sant’Egidio y el DAD (Departamento  de Arquitectura y Diseño) del Politécnico de Turín. Más de 70 jóvenes arquitectos de todos los continentes han trabajado por el futuro de Beira, una ciudad mozambiqueña duramente golpeada por los ciclones Idai y Eloise, y, en particular, por el de las personas desplazadas. Así pues, tomando como punto de partida los más frágiles, los desplazados que lo han perdido todo a causa de los ciclones, están imaginando un futuro para todos en una Beira rediseñada, que sea capaz de soportar el duro impacto del cambio climático. El propósito es el de repensar algunas zonas de la ciudad de Beira para asignarlas a personas con diferentes capacidades económicas, más ricas y más pobres, con una mezcla de intervención privada/pública, en un intento de recuperar al menos una parte de la población desplazada y darles oportunidades de vivienda y de empleo.

Con las sequías generalizadas que afectan a los países del Sahel y el Cuerno de África, Cáritas Yibuti ha incrementado sus esfuerzos para luchar contra el hambre y preservar la dignidad humana a través de la formación y el desarrollo de proyectos de incidencia, en materia de desarrollo sostenible. En el marco de la campaña mundial Juntos, lanzada por Caritas Internationalis en diciembre de 2021, Cáritas Yibuti apoya el proyecto Juntos, luchamos contra el hambre de Cáritas MONA. Gracias al mismo, se ha podido formar con éxito a 10 comunidades rurales en permacultura, en la ciudad de Yibuti y las zonas agrícolas circundantes, habitadas por comunidades vulnerables, que aprendieron prácticas de gestión de  la  tierra  que  apoyan  el  crecimiento  de  los  ecosistemas  naturales,  de  una  manera autosuficiente y sostenible. Cáritas Yibuti también lleva a cabo proyectos para la construcción de pozos y depósitos de agua subterráneos en zonas desérticas, dirigidos a las comunidades afectadas por la  sequía.  Organiza  también  sesiones  de concienciación sobre una  gestión correcta de los recursos hídricos para evitar su despilfarro o la contaminación.

Historias y testimonios

En la diócesis católica de Marsabit, en Kenia, la hambruna se está intensificando debido a una grave sequía. Isako Jirma Molu, director ejecutivo de Cáritas Marsabit, dijo en una entrevista concedida a ACI África que “los pastores se han quedado sin absolutamente nada debido a que han perdido un elevado número de cabezas de ganado”. Explicó también que la ausencia de lluvias, registrada durante estas últimas cuatro temporadas consecutivas, ha destruido sus medios de subsistencia. “Los niños abandonan la escuela porque se han interrumpido los programas de alimentación escolar y a esto se añade que tampoco reciben alimentos en casa. El futuro de estas comunidades marginadas es sombrío”, afirmó. Galgallo, un pastor keniano, explicó que: “Antes de esta sequía, tenía más de 1.000 cabras y unos 100 camellos. De eso, solo me quedan cinco camellos”. Pero incluso ante tantos problemas, se empeña en seguir enviando a sus hijos a la escuela (EN): “Mi última esperanza es ahora la educación de los niños”, reconoce. Frente a patrones climáticos drásticamente impredecibles, muchos  consideran que la educación ofrece un tipo de seguridad que el pastoreo lamentablemente ya no puede ofrecer. Cáritas Marsabit apoya a la comunidad de Galgallo con alimentos y agua, además de trabajar con sus miembros en proyectos a largo plazo, como la instalación de un tanque de almacenamiento de agua. Las donaciones a CAFOD también han ayudado a financiar programas de alimentación escolar en la zona, garantizando que los niños reciban en la escuela comidas saludables y puedan continuar con su educación.

En Oceanía, las comunidades están perdiendo sus tierras tradicionales por culpa de la elevación del nivel del mar. La pérdida de territorio marítimo significa la pérdida de los arrecifes de coral, las lagunas y el oleaje oceánico que conforman el territorio tradicional de los isleños. También significa la pérdida de los derechos de pesca y de minería, actividades que podrían hacer prosperar a la nación. Un gran número de jóvenes de las islas del Pacífico se marchan en busca de oportunidades educativas o económicas. Pero esto también es una consecuencia del cambio climático. Muchos preferirían quedarse, pero los efectos del cambio climático hacen que esto sea imposible. “Si se les diera la oportunidad de elegir, no se trasladarían porque esto significa abandonar los cementerios ancestrales y su cultura“, afirma el arzobispo Peter Loy Chong (EN), presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Oceanía. Tanto la Biblia como las creencias espirituales tradicionales dicen que cuando Dios creó el mundo, todo estaba en equilibrio. “Tenemos que reeducar a las personas sobre la importancia de cuidar el medio ambiente”. El arzobispo Chong cree que la clave es hablar el idioma de Dios, un lenguaje que habla con las víctimas.

A través del proyecto Tagi  (EN), el movimiento Tagi (Cáritas) pretende transformar ecológica y socialmente a los habitantes de Oceanía e involucrarles en actividades que les ayuden a volver a conectar con la tierra. Intentan hacerlo a través de formas artísticas expresivas y capacitando a las víctimas de las injusticias sociales y ecológicas, para que utilicen su voz, colectivamente, para denunciar la devastación medioambiental. La estrategia consta de tres áreas de intervención: la investigación, recopilación de historias entre las comunidades afectadas; la educación, el uso de la música y el arte para amplificar el mensaje; la promoción, intercambio de vídeos y realización de producciones teatrales. Luego, gracias a las plataformas compartidas, el movimiento Tagi espera formar redes de comunidades y organizaciones comprometidas con la transformación social y ecológica.