“Los sueños desbordan los límites estrechos que se nos imponen y nos proponen nuevos mundos posibles”
La militante de la HOAC, Pino Trejo Sánchez, ha sido la encargada de poner el broche a las jornadas de profundización de los cursos de verano con su ponencia “¡Soñemos el trabajo decente!”.
Trejo ha iniciado su intervención desgranando cada uno de los términos del título de su exposición. Ha relacionado soñar “con nuestras aspiraciones más altas, con aquello que va a mejorar nuestras vidas y que nos ponemos como meta conseguir”. El trabajo, liberado de la esencia mercantilista de la que el capitalismo lo ha impregnado, se configura como una dimensión fundamental de la persona por la que se realiza, socializa y contribuye a la creación. Comprenderlo de esta forma no solo nos lleva a valorar el hacer, sino sobre todo a quién lo hace. Decente significa, siguiendo a Benedicto XVI, que posibilite la realización personal y la integración social, respete el medio ambiente, sea justamente remunerado, fomente la igualdad, la seguridad laboral, la participación en la toma de decisiones y una jubilación con pensiones dignas.
“Si hay que soñarlo será porque algo no funciona bien”, ha razonado y, aunque hemos conseguido muchos derechos, tenemos que seguir peleándolos, no pensar que una vez adquiridos, se nos van a mantener. “Somos testigos de los desahucios, de las bajas pensiones, de las múltiples brechas entre mujeres y hombres, de los abusos de las entidades financieras, de la explotación laboral, de la privatización de los servicios públicos, del abuso de poder de las eléctricas, de los accidentes y muertes en el trabajo o del estancamiento de los salarios mientras los precios no paran de subir”, ha denunciado.
¿De qué sueño hablamos?
Si pensamos en términos de individualidad, cualquier cosa que queramos cambiar será “inalcanzable”, pero si como comunidad nos ponemos en camino, podremos ir más allá de lo que el sistema nos impone. “Soñemos juntos” nos dice el Papa, porque fueron precisamente los sueños de libertad e igualdad, de justicia y dignidad, de fraternidad los que mejoraron el mundo, aunque de sus efectos no se hayan beneficiado quienes los promovieron. “Sueñen entre ustedes y con otros”, nos remarca Francisco, haciendo recaer sobre cada persona la responsabilidad de este sueño colectivo, con otras organizaciones y movimientos sociales “para defender el trabajo decente como cimiento para construir la paz y humanizar el mundo laboral; y como elemento fundamental para conseguir una globalización incluyente y equitativa”, añade Pino Trejo Sánchez.
Por tanto, pone en nuestras manos la posibilidad del cambio, “organizándonos y promoviendo alternativas, empezando por revalorizar el sindicalismo y la cultura obrera, buscando formas que permitan la organización de las personas trabajadoras más vulnerables, apoyando las luchas laborales, acompañando a los colectivos en conflicto, participando en sus movilizaciones”. También considera necesario implicar a las comunidades eclesiales en la tarea de evangelizar al mundo obrero.
Generar una cultura de la comunión
El compromiso de la militancia de este movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos debe continuar en la defensa del derecho a la sanidad, educación, vivienda, servicios y prestaciones sociales, independientemente de que se tenga empleo o no, porque deberían ser inherentes a la persona. Para sostenerlos, “reivindicamos otra distribución de la riqueza, con políticas fiscales más justas y equitativas que protejan estos derechos”.
Además, vivir en armonía con toda la humanidad y la creación requiere que revisemos nuestros estilos de vida, de forma personal y comunitaria. “Reflexionar sobre nuestras prácticas de consumo y el gran valor solidario que pueden alcanzar nuestras opciones”, ha apostillado.
Pero desde la HOAC podemos ofrecer no solo una mirada, pensamiento y compromiso, tenemos que generar otra cultura cuya lógica no sea la que dicte el mercado, sino que se centre en la comunión. Y, para ello, lo primero de todo es recuperar los sueños colectivos que el capitalismo nos ha arrebatado, como fueron las 8 horas del movimiento obrero o el derecho al voto de las sufragistas, y comprometernos en las grietas de la fragmentación obrera. “Son estas grietas las que posibilitarán que el muro de la deshumanización capitalista se vaya resquebrajando. Por nuestra parte, somos personas de las que no abandonan y empeñan su vida por un sueño”, ha concluido.
Periodista
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