Lo natural es cooperar
Este sistema de nuestros pecados trabaja con ahínco –y me temo que eficacia– para convencernos de que la competitividad es un gran valor.
Conviene no confundir la competitividad –«rivalidad para la consecución de un fin», según la Real Academia– con la competencia, que tiene más que ver con poseer las habilidades idóneas para algo.
Ganar como horizonte escamoteando la cruda realidad: de todos los sujetos que compiten solo gana uno, a costa de que el resto pierda. En fin, como los gladiadores, que se matan en dura contienda para regocijo y provecho de quienes los echan a la arena. Como daño colateral, compitiendo se desperdician las habilidades, medios, competencias… de los derrotados. Dividir, en lugar de multiplicar.
Contenido exclusivo para personas o entidades suscritas. Para seguir leyendo introduce tus datos o suscríbete aquí. Si no los recuerdas, haz clic aquí
Periodista
Autora del libro de Ediciones HOAC Maneras de vivir