A todas las personas, en todos los lugares del mundo

A todas las personas, en todos los lugares del mundo

El martes 31 de mayo tuvo lugar una charla coloquio sobre “La dignidad en el trabajo en nuestras tradiciones religiosas” dentro del XIII Jornadas de diálogo cristiano-musulmán. A pesar de que llevo un curso escaso como delegada diocesana de Pastoral Obrera en Burgos, no quise desperdiciar la oportunidad cuando el vicario pastoral me propuso presentar la visión cristiana. La Pastoral Obrera necesita la visibilidad, no solo en actos y eventos, sino también en sus planteamientos y cambio de mentalidad.

Fue una tarde muy especial. Me acompañaban los nervios lógicos de preparar el tema y exponerlo ante el público, pero me sentí como en casa con Luis Gutiérrez, el moderador; Mohamed Chograni, el ponente musulmán; y los asistentes, muchos de ellos, militantes y simpatizantes de Pastoral Obrera. No obstante, lo que más destaco es ese diálogo entre cristianos y musulmanes sobre un asunto tan trascendental como el trabajo digno.

Personalmente, me encantó la exposición de Mohamed y descubrí lo poco que conocemos de otras religiones y culturas. Más aún, me sorprendió la cantidad de puntos en común que tenemos ambas religiones: el trabajo como colaboración con Dios y el cuidado de la creación; la compasión del Altísimo ante el sufrimiento de los hombres y que nosotros debemos preocuparnos por la dignidad y el bienestar de los demás.

En las aportaciones del diálogo final, se mencionó la cultura perversa del capitalismo, donde solo vale trabajar para consumir, en un ambiente individualista y de hedonismo puro. Hablamos de globalización y deslocalización de empresas (Mohamed es de Marruecos), de aplicarnos los principios del trabajo decente la iglesia como empresa y también de nuestra incoherencia personal entre fe y vida en muchas ocasiones. A pesar de ello, como dijo una de las asistentes, nos acompaña la esperanza en un mundo mejor.

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Hubo un momento muy especial cuando fuimos después a la mezquita Attaqwa, muy cerca del lugar de la charla. Allí asistimos a la oración del anochecer y me sobrecogió el lugar (nunca había estado en una mezquita, aquí en España) y, en particular, el momento del rezo. No entendí nada, porque era en árabe, pero me invadió igualmente ese instante de intimidad y respeto con Dios, esa conexión desde mi pequeñez y la inmensidad de lo trascendente. Terminamos la noche con una cena a la que nos invitaron en sus salones, con una gran hospitalidad y cercanía.

Ese día me reafirmé aún más en una cita del Papa: «Es esencial que todas las confesiones y comunidades religiosas se comprometan juntas». Verdaderamente, el camino está en la comunión, en unir nuestras manos en lo común y sentirnos todos hermanos. Solo así podremos conseguir que el trabajo decente llegue a todas las personas, en todos los lugares del mundo.