La Iglesia de Bilbao reafirma su compromiso de acompañar a las víctimas de los accidentes laborales
La Iglesia de Bilbao, con motivo de la II Jornada Diocesana por el Trabajo Digno, convocada con el lema “Bat gara/Compartimos camino”, ha reafirmado su compromiso de acompañara a las víctimas de accidentes laborales y sus familiares, además de llamar a celebrar el Primero de Mayo.
Coincidiendo con la Jornada Mundial por la Seguridad y la Salud Laboral, antes de la celebración de la Eucaristía en la Catedral de Santiago, en memoria de las personas víctimas de la siniestralidad tuvo lugar, frente a la misma, un gesto público para denunciar el drama de la siniestralidad y expresar la solidaridad con sus familias.
Once cascos amarillos repartidos por el suelo, junto con unas vendas, representaban a cada una de las víctimas fallecidas en accidente laboral en lo que va de año en Euskadi. Alrededor, las personas congregadas, portaban carteles en los que se podía leer “cada 10 días una persona muere en accidente laboral en Euskadi”; “705 personas han perdido la vida en el trabajo en 2021 en el Estado” o “42 personas en 2021 (Euskadi) han perdido la vida en el trabajo” y “no más muertes en el trabajo, el trabajo es para la vida”
Del anuncio y la denuncia se pasó pasamos a la celebración litúrgica, presidida por el vicario general, Kerman López, también militante de la HOAC y consiliario diocesano. Con sus palabras llamó a reconocer la responsabilidad que la comunidad cristiana allí congregada también tiene en relación al sufrimiento de quienes son víctimas de accidentes de trabajo:
“Te pedimos perdón Dios Padre, por las condiciones en las que se ven obligados a trabajar muchos hombres y mujeres cuando pensamos sobre todo en los costes, en los beneficios, en los ajustes presupuestarios”.
“Te pedimos perdón, Jesús Obrero, porque el trabajo que dignificaste con tus manos se ha convertido en un instrumento de sufrimiento y muerte para muchas personas”.
“Te pedimos perdón Espíritu Santo, Espíritu de Vida, por nuestra falta de sensibilidad para denunciar las causas que generan el sufrimiento de tantas personas.
Kerman aprovechó para contar cómo durante una excusión, un grupo de personas pudo ver cómo una grúa pegaba con su carga en el andamio, lo que provocó que un obrera que estaba trabajando en un edificio en construcción perdiera el equilibrio. Gracias a su agilidad logró saltar y agarrarse al cable de la grúa.
“En el autobús de regreso, alguien comentó en voz alta que todavía tenía grabada la imagen del accidente de la mañana y varios de los excursionistas mandaron callar, porque eso ya estaba olvidado y no querían saber más”, comentó para luego afirmar que “la empatía es pasajera, para hacerse compasión necesitamos una palabra que nos saque de nosotros mismos”.
A propósito de las lecturas proclamadas, resaltó que “no vivimos para nosotros mismos” sino que necesitamos “una Palabra que nos llame a sentir, no sólo lo que puede ser el dolor, un accidente, sino a sentir con la otra persona, a sentir el por qué, a sentir, a pensar, a no olvidar.”
En su reflexión, Kerman subrayó el dato de la OMS y de la OIT que señala que las enfermedades relacionadas con el trabajo son cuatro veces más letales que los accidentes laborales, y se hizo eco también del lema elegido por la OIT, para esta jornada: “Actuar juntos para construir una cultura de seguridad y salud positiva”.
“Nos sentimos afectados con los que están afectados y quisiéramos unirnos a todos aquellos que se empeñan en lograr las condiciones de vida y de trabajo para erradicar esta lacra”
“Somos Iglesia y no queremos olvidar. Nos sentimos afectados con los que están afectados y quisiéramos unirnos a todos aquellos que se empeñan en lograr las condiciones de vida y de trabajo para erradicar esta lacra. De dónde sacaremos la fuerza que no se acaba, para en un mundo tan indiferente seguir con esta sensibilidad: del Obrero de Nazaret”, reiteró el vicario general.
Además, comentó: “hemos escuchado el Evangelio, hoy bien podía haber continuado diciendo: “porque tenía un trabajo insano y me ayudasteis a denunciar esas condiciones de trabajo, porque tuve una enfermedad laboral y me acompañasteis a que fuera declarada como tal, porque me dieron un trabajo en el que no era experto y exigisteis que me formaran para él.
En relación al compromiso de la comunidad cristiana por defender la vida en el trabajo, deseó que “quien entregó su vida para darnos vida nos impulse a estar junto con los trabajadores y las trabajadoras que se empeñan en dignificar el trabajo”.
“Que comulgar con Cristo crucificado y resucitado nos haga sensibles para corregir todo lo que dificulta la salud en el trabajo, y que hoy, que somos más conscientes de lo que significa caminar juntos sumemos con quienes visibilizan las causas de los accidentes y la pérdida de salud en los lugares de trabajo. Más allá de las ideologías que nos separan, sumemos”, clamó, para luego elevar una petición para “fortalecer nuestro compromiso cristiano de acompañar a las víctimas de los accidentes laborales y a aquellas que ven mermada su salud por causas profesionales y a sus familiares.”
Primero de Mayo
Este tiempo especial de celebración y de encuentro comunitario, también sirvió para hacer una llamada a seguir profundizando en el segundo de los actos que se celebrará el 1 de mayo, en las comunidades, parroquias, unidades pastorales, de la diócesis, así como en cada una de las manifestaciones que recorren las ciudades en el Día Mundial del Trabajo.
Las organizaciones promotoras de la iniciativa Iglesia por un Trabajo Decente unen sus voces para reafirmar que “Sin compromiso, no hay trabajo decente”.
El mercado de trabajo sigue caracterizado por la inestabilidad e inseguridad, que perviven incluso en tiempos de crecimiento económico, intensificando la precariedad y las posibilidades de estar en situación de desempleo. A pesar de que se está generando empleo, las condiciones laborales siguen sin ser dignas, lo que hace que muchas personas, a pesar de tener un trabajo, no consiguen salir de la pobreza.
Militante de la HOAC de Bilbao.