La contaminación en España está pasando factura a la salud de las personas

La contaminación en España está pasando factura a la salud de las personas
“Llegamos tarde, con poca ambición y con demasiados problemas pendientes”, concluye un estudio de la FUHEM sobre la respuesta de España a la creciente contaminación que degrada nuestro medio natural y perjudica la salud y la calidad de vida de las personas.

El dosier Los impactos de la contaminación sobre la calidad de vida. Una aproximación al caso español, publicado por la Fundación FUHEM, aborda el impacto que tiene sobre la calidad de vida de la población española la contaminación del aire, de las aguas (superficiales y subterráneas), los suelos, así como algunos modos de contaminación física.

El estudio, que ha sido coordinado por Susana Fernández Herrero, con las aportaciones de Santiago Álvarez Cantalapiedra, Lucía Vicent, Mónica Di Donato, Nuria del Viso, Pedro L. Lom, afirma que “el modo de producción y consumo subyacente a los diferentes estilos de vida presentes en las sociedades contemporáneas genera una contaminación que afecta al suelo, al aire y al agua provocando alteraciones en los hábitats y en la salud de las especies que en ellos habitan.

“La oscuridad, el aire o el agua limpios, los suelos no contaminados con los que producir alimentos sanos, los hemos convertido en bienes raros, cuya escasez crece en la misma medida en que aumenta la afluencia de mercancías en las sociedades opulentas”, advierten los expertos, que tienen muy clara que “esta dinámica menoscaba las condiciones para sostener el bienestar social y procurar calidad en la vida de las personas”.

Todo eso “está ocurriendo en nuestro país”. “La contaminación de las aguas marinas y continentales (tanto superficiales como subterráneas) se ha agravado en España en las últimas décadas como consecuencia de la actividad industrial, los cambios en los usos del suelo o la implantación de un modelo de agricultura y ganadería industrial de carácter intensivo”.

El impacto en la salud no es menor. La contaminación de las aguas, además de aumentar los costes del tratamiento de las mismas, afectan a la calidad de vida de las personas, al ser directa o indirecta mente fuentes de enfermedades y muertes prematuras en nuestro país.

229 muertes relacionadas por la mala calidad del agua

Algunos estudios, estiman que en 2019 murieron prematura mente en España unas 229 personas por enfermedades de las vías respiratorias bajas (por ejemplo, la neumonía por legionela) o del aparato digestivo tradicionalmente asociadas, directa o indirectamente, a problemas en el saneamiento o la calidad del agua.

Los suelos también presentan dinámicas similares. “Los problemas con los nitratos, asociados a la industria y a la agricultura y ganadería intensiva, alteran la estructura y “función de las comunidades de seres vivos que habitan en el suelo (la biota edáfica), rompiendo los equilibrios de los ecosistemas hasta verse amenazados por un eventual colapso”.

Sus consecuencias son graves: “La seguridad alimentaria y la producción agrícola pueden llegar a ser las grandes perjudicadas de esta falta de equilibrios, pues, al modificar la composición química de los cultivos, estos cambios tienen efectos sobre los rendimientos agrícolas, la calidad de los alimentos y la salud pública”.

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La contaminación del aire es igualmente preocupante. “No solo provoca la acumulación de gases en la atmósfera, ocasionando la desestabilización global del clima que ya se reconoce como la principal amenaza al bienestar colectivo, sino que además deteriora la calidad del aire afectando a múltiples órganos”.

12.000 fallecidos vinculados a la contaminación del aire

En España, según algunos cálculos, fallecieron en 2019 cerca de 12.000 personas por diferentes motivos relacionados con la contaminación del aire, especialmente enfermedades cardiovasculares y respiratorias. En este contexto, en 2019 algo menos de 200 muertes eran todavía atribuibles a la mala combustión de calderas, braseros, etc., pero el resto lo eran debido a la contaminación del aire en exteriores.

Exceso de ruido y luz

El exceso de ruido y luz también perjudica la salud. En el año 2021 había cerca de 9,4 millones de personas afectadas por niveles de ruido mayores o iguales a 55 decibelios como media durante el día completo, especialmente aquellas personas que residían en aglomeraciones urbanas, que suponían cerca del 93% de las personas afectadas.

Aunque no hay exista mucha información empírica sobre los efectos que directa o indirectamente provoca la exposición continuada al ruido en la salud de la población española, hay que señalar que, de acuerdo con los datos que dispone la Agencia Europea de Medio Ambiente2 para el año 2017, la exposición continuada a contaminación acústica en España estaba asociada directa o indirectamente a un total de 588 muertes prematuras y 2.648 personas afectadas por cardiopatía isquémica, así como al deterioro cognitivo en 710 niños, o a trastornos más o menos profundos del sueño en más de 379.000 personas.

A pesar de la dificultad de medir la influencia directa sobre los efectos de la contaminación lumínica en la salud y la actividad de las personas en España, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer considera el trabajo por turnos como “probablemente carcinógeno” por la disrupción de los ciclos circadianos debido a la necesidad de utilizar luz artificial de modo continuado. Además, se sabe que la excesiva reducción de melatonina en el cuerpo debido a la presencia excesiva de luz, puede llevar aparejada la iniciación, progresión o aumento de la gravedad de determinadas enfermedades, especialmente en personas mayores.

La “contaminación difusa” está compuesta por una larga lista de compuestos químicos que, en su mayoría, tienen su origen en nuestro sistema productivo. Contaminan los suelos, se fusionan con los sedimentos y fluyen por el agua de los ríos. El cóctel de contaminantes analizado, casi todos persistentes y muchos en el grupo de los llamados emergentes, asciende a 119 sustancias tóxicas o peligrosas.

Un 46% de los materiales recogidos son “aditivos en productos plásticos” empleados en una gran variedad de sectores (como el textil, construcción, pintura o sanitario). El riesgo de este cóctel difuso no es inocuo para la salud humana al tratarse de sustancias cancerígenas, disruptores endocrinos, neurotóxicos o mutagénicos.