Relaciones entre Estado español e Iglesia católica
El Estado español no se reduce al Gobierno de turno; es más bien toda la sociedad organizada; para la gestión del bien común tiene sentido el Gobierno
Hablo de Iglesia católica porque ha sido por mucho tiempo la religión oficial del Estado, cuyo Gobierno era también confesionalmente católico. Lo sabemos bien quienes vivimos en el nacionalcatolicismo, cuando ser español implicaba también ser bautizado en la Iglesia.
Esta situación cayó a mediados del siglo pasado. No solo por la entrada de la modernidad en la sociedad española sino también por voluntad de la misma Iglesia en el Concilio Vaticano II: no es admisible un consorcio entre la gestión política del Estado español y la Iglesia católica. Lo cual no quiere decir que la Iglesia debe renunciar a su presencia pública metiéndose en la sacristía; como las demás entidades sociales tiene derecho y el deber de aportar su identidad para el bien de todos. Fue la propuesta de la Conferencia Episcopal en 1973: entre la Iglesia y el Estado español tiene que haber «mutua independencia y sana colaboración en el común servicio a los hombres». A finales del pasado enero en una cumbre con Sánchez, Ejecutivo de Gobierno, el cardenal Omella, presidente de la Conferencia Episcopal, mantenía esa misma línea: acercamiento «para trabajar por el bien común de la sociedad española».
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Teólogo