Los salarios de miseria y hambre ¿no son violencia empresarial y política?
Los trabajadores y trabajadoras del metal en Cádiz convocaron una huelga y salieron a la calle a expresar su hartazgo por el incumplimiento del convenio colectivo, por los salarios bajos, por las condiciones laborales injustas, por la precariedad y eventualidad y todas estas situaciones tienen mayor incidencia y más agravado en las empresas auxiliares. Y, ante la negativa empresarial de cambiar esta situación, los trabajadores y trabajadoras han dicho basta ya. Algunos han querido reducir esta cuestión a una cuestión de orden público y que todo se quede en los enfrentamientos entre manifestantes y policías y que todo el debate gire alrededor de esta situación, obviando que hubo muchos momentos de manifestaciones y protestas sin ningún incidente, que han tenido poca repercusión, y olvidando las justas reivindicaciones de las trabajadoras y trabajadores.
Hay que ir más allá del intercambio, en las ocasiones que se produjeron, de pelotas de goma y piedras, contenedores quemados y botes de humo, entre puños y porras, y del debate encendido de quién empezó primero y la selección de imágenes para justificar posicionamientos en los enfrentamientos. Como postura personal, hay que detestar cualquier tipo de violencia, venga de donde venga y cuando justifico “mi violencia”, estoy justificando otras violencias. Por cierto, la presencia de una tanqueta es totalmente rechazable.
Estas protestas, y otras, son fruto de un hartazgo de la clase trabajadora que experimenta angustiosamente cómo con su trabajo no llega a final de mes. La clase trabajadora está harta de trabajar muchas horas con un sueldo de miseria y de hambre, que le impide dar un futuro decente y digno a sus hijas e hijos. Una clase trabajadora que sufre cuando abre el frigorífico y está medio vacío, porque el sueldo no le da para más, después de echar muchas horas y haciendo el trabajo doble por reducción de plantilla. Es el hartazgo de una clase trabajadora que le llaman desde el banco para amenazarlo de desahucio o el propietario del piso para decirle que se ha retraso en la cuota. Es el hartazgo de una clase trabajadora cansada de pedir ayuda para pagar el recibo de luz o de llevarse un táper con comida de casa de sus padres y madres para que sus nietos y nietas tengan una mejor alimentación. ¡Cuánto podrán sufrir las abuelas y los abuelos! Es el hartazgo de una clase trabajadora que no puede pagar el máster a sus hijos e hijas y que ve cómo tienen que buscarse, como alternativa, un trabajo que ellos mismos llaman “un trabajo de mierda”, un trabajo mucho peor que de sus progenitores. El hartazgo de una clase trabajadora que ven que no pueden atender a sus padres y madres mayores como es debido, que los mal atienden. Es el hartazgo de una clase trabajadora que siente con gran dolor que de su trabajo no puede vivir, solo sobrevivir desde la pobreza y sin futuro.
Y, todo esto, es violencia política y empresarial, porque los salarios de miseria y de hambre son violencia; los desahucios por la pobreza y la precariedad laboral es violencia; que los hijos e hijas de familias trabajadoras no puedan seguir estudiando o no poder pagar los libros de textos es violencia. Nos fijamos en el contendor quemado, pero, no podemos la atención en tantas vidas quemadas y destrozadas por las injusticias en el mundo laboral. Nos fijamos en unas barricadas, pero, no en esas barricadas sociales convertidas en muros que excluyen y descartan a miles de personas que sueñan con lograr un futuro un poco mejor.
Hay mucha violencia política, económica, empresarial que causan un gran daño y que cercena e intenta impedir el derecho humano y el derecho de nuestra Constitución Española a un trabajo digno. ¿Qué puede sentir la clase trabajadora cuando no puede vivir él o ella ni su familia de su trabajo y en cambio ve cómo los que los condenan a esa situación y la legitiman tienen un sueldo muy alto, algunos públicos, y con unos niveles de vida con lujo y con confort?
Consiliario de la HOAC de Murcia. Militante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y de la Asociación Amigos de Ritsona de apoyo a personas refugiadas. Autor del blog Sembrando sueños, construyendo humanidad