La comunidad católica intensifica sus acciones para salvar el clima
La Iglesia católica sigue con atención el desarrollo de la COP26 de Glasgow, Escocia, al tiempo que intensifica la actividad y los llamamientos a adoptar los cambios necesarios para salvar nuestra casa común.
La subida de la temperatura del clima tendrá, ya se empieza a notar en diversas partes del planeta, un serio impacto sobre millones de personas y un daño que podría llegar a ser irreversible en la creación. El principal informe de la ONU sobre el clima de este año ha dejado bien claro que aún hay tiempo para cumplir los objetivos de la cumbre de París, pero solo si “se producen profundas reducciones de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero en las próximas décadas”.
Para los científicos y defensores del medio ambiente no queda otra que dejar los combustibles fósiles bajo tierra para que la humanidad tenga un futuro limpio y sostenible. Bergoglio, con sus mensajes y su estímulo constante a movilizarse y comprometerse en defensa de la creación, se ha convertido en un líder mundial contra el cambio climático.
En defensa de la creación
“El papa Francisco ha inspirado a los católicos de todo el mundo con su encíclica Laudato si’. El poderoso documento ayudó a los 1.200 millones de católicos del mundo a entender mejor que ‘todo está conectado’ y puso milenios de enseñanza católica en el contexto de la crisis ecológica y la emergencia climática de hoy”, escribe la argentina Guadalupe García Corigliano, en la página web del Movimiento Laudato si’ (MLS)
Francisco ha escrito una carta a los católicos de Escocia en la que dice orar por el resultado fructífero de la reunión de la COP26 en Glasgow “destinada a abordar una de las grandes cuestiones morales de nuestro tiempo: la preservación de la creación de Dios, que se nos ha dado como un jardín que hay que cultivar y como una casa común para nuestra familia humana”.
El Papa recuerda que esperaba participar en esta reunión y pasar un tiempo breve con ellos, aunque lamenta que finalmente haya sido posible. No obstante, invita a implorar “los dones de la sabiduría y la fuerza de Dios a los encargados de guiar a la comunidad internacional en su intento de responder a este grave desafío con decisiones concretas inspiradas en la responsabilidad hacia las generaciones presentes y futuras”.
No hay dudas de la íntima relación entre la fe y la preocupación por el medio ambiente. “Los católicos deberían preocuparse por la COP26 porque nuestra fe exige que nos preocupemos por la creación de Dios y por los más vulnerables, que están siendo devastados por la destructiva crisis climática”, insiste García Corigiliano.
La opción por los pobres, quienes más sufren la emergencia climática a pesar de haber contribuido menos a ella, y el cuidado de la casa común, más que una cuestión de credibilidad y prestigio para la Iglesia, son el fundamento de la vida cristiana. “La Tierra sostiene a la humanidad. No debe ser dañada; no debe ser destruida”, decía ya en el siglo XII Santa Hildegarda de Bingen.
Pasar a la acción
“La COP26 de Glasgow es una gran oportunidad para que los gobiernos del mundo tomen medidas importantes y audaces y muestren cómo van a cuidar de nuestra casa común prometiendo reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y llevando a cabo una transición justa hacia la energía limpia”, explica García Corigliano.
El MLS, abanderado por jóvenes –los que más se verán afectados y los que tendrán que tomar las decisiones que están por venir– de todo el mundo, cuenta con una apretada agenda para que sus reclamaciones y puntos de vista sean tenidos en cuenta y está desarrollando una frenética actividad en la ciudad escocesa.
Por supuesto que también se esfuerzan para que los gobiernos, que están negociando en la actualidad en la ciudad escocesa compromisos eficaces para que atiendan sus reclamaciones.
De hecho, sigue en marcha su petición “Planeta sano, gente sana”, en la que decenas de organizaciones religiosas se han unido para exigir a los gobiernos que aborden juntos la emergencia climática y la crisis de la biodiversidad; limiten el calentamiento a 1,5 grados centígrados y prometan que no se perderá más biodiversidad; garanticen una acción global equitativa, incluyendo el apoyo a los más afectados; y protejan y respeten los derechos humanos, incluidos los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la acción climática y de biodiversidad.
EL MLS anima a unirse a los diferentes grupos locales, como el que ya existe en Córdoba, en los que se articula esta organización con objetivos muy claros como el de presionar a los representantes políticos de cada zona para que adopten las medidas necesarias y promover, dentro de la comunidad de pertenencia, el deseado cambio.
También para impulsar soluciones locales que sirvan para dejar atrás los combustibles fósiles y las prácticas medioambientales insostenibles, además de prepararse desde ya para la siguiente cumbre del clima, prevista para abril de 2022 en China.
Redactor jefe de Noticias Obreras