Arregi: “La esperanza activa es la única capaz de acabar con el neoliberalismo”

Arregi: “La esperanza activa es la única capaz de acabar con el neoliberalismo”
“Es la esperanza activa, transformadora, la única que podrá acabar con este neoliberalismo que mata”, ha explicado José Arregui en el 40º Congreso de la Asociación Teológica Juan XXIII, en la que ha sido la última sesión del mismo.

El teólogo vasco ha participado con una ponencia titulada “Contra el noeliberalismo en la óptica de Jesús”, en la que ha detallado la realidad que afrontó Jesucristo en su tiempo, su propuesta y el núcleo principal del Evangelio.

“Ante el neoliberalismo y sus estragos actuales, volvemos a la mirada, el criterio subversivos y la compasión de Jesús”, ha defendido, como “la fuente de la que hemos bebido”, sin olvidar que “deseamos y necesitamos caminar hacia una humanidad posestatal, poscapitalista, pospatriarcal, tal vez, posreligiosa, pero más espiritual”, más aún en nuestra época, cuando “nunca tan pocas personas han tenido tanto poder, y tantas riquezas se han concentrado en tan pocas manos, ni se ha provocado tanta miseria global”.

Ha iniciado su intervención comparando la crisis experimentada en la Judea y Galilea dominada por el Imperio Romano con nuestro tiempo, para ahondar en la mirada, actitudes y hechos de Jesucristo: “Vio, se conmovió, y se indignó hasta llegar a decir, ¡ay, de vosotros los ricos!, y a querer destruir el Templo”.

“Viendo todo lo que veía, dijo: “levantad la cabeza, se acerca vuestra liberación”, ha comentado. En medio del contexto revolucionario de su época, Jesús planteó “su alternativa: el reino de Dios”, no como un plan externo, sino porque “a pesar de lo que veía, desde el fondo de sus ojos llenos de luz, de consuelo, y de energía transformadora, supo ver el fondo de la realidad y vio que en la realidad tan herida e inacabada habita en el corazón de Dios, Dios creador, liberador y transformador de todo”.

El reino de Dios

Desde la perspectiva de Arregui, el reino de Dios va más allá de todo esquema temporal, “está entre vosotros y en vosotros”; como “presencial real y realizable, como llama y realidad ya en el rostro de los más oprimidos”.

El reino de Dios es una “metáfora de lo nuevo y emergente que venía a trastocar el desorden inicuo de su tiempo, como el desorden capitalista neoliberal actual”, ha señalado Arregi.

“Con su anuncio y propuesta, Jesús desautorizó el orden social, que era y es valor supremo en toda la cuenca del Mediterráneo, para cambiarlo por la liberación de los campesinos y de los deudores, romper la familia patriarcal, curar enfermos como gesto de compasión y acto de fe en los propios enfermos, pero también de rebelión contra el sistema económico y político que enfermaba a los pobres y empobrecía a los enfermos, proclamando las bienaventuranzas de los pobres y pequeños, sin prometerles que fueran a ser grandes y ricos, sino saciados, consolados y liberados”.

Sin embargo, el movimiento de Jesús reaccionó ante la situación revolucionaria, no con “una revolución de poder”, sino de valores, con un “cambio de los valores y las actitudes”.

“Determinados valores de los grupos privilegiados pasan a ser reconocidos como propios también de las clases excluidas, en una apropiación de esos valores, revolucionaria, desde abajo”, ha descrito, al tiempo que “revaloriza los valores del pueblo como el amor al próximo sufriente y la humildad”, para hacer realidad el sueño de personas sencillas de celebrar una “fiesta familiar para los que no tienen familia, en la que todos comen y se sacian”.

El dinero

Según el teólogo vasco, la actitud de Jesús hacia el dinero fue muy clara: “No acumular, sino compartir. “Acumular es insensato porque cuanto más se acumula más se desea y cuanto más acumulan unos pocos, más pobres se vuelven muchos. La única alternativa sensata es compartir”, ha especificado. La parábola del rico que almacena la buena cosecha, del pobre Lázaro tendido a la puerta de un gran señor y del administrador sagaz, en su opinión, son una llamada a configurar un mundo donde la comida es compartida.

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Igualmente, el pasaje sobre el denario con la imagen del César, es una llamada a optar o por el poder del dinero y el emperador o el poder del bien común que es Dios, ya que “no podéis servir a Dios, a la Vida y al dinero; no podéis cuidar la vida y ser esclavos del dinero”.

La deuda

También es evidente la postura de Jesús hacia los intereses y las deudas. Su interpretación de la parábola del administrador que busca sacar rendimiento de los talentos es oponer la ley romana sobre las deudas con la tradición judía que prohibía el interés y anulaba las deudas cada 50 años. El ideal del campesinado es “suficiente pan para hoy y ninguna deuda para mañana”, ha indicado. De hecho, Arregi ha defendido que de cumplirse la ley jubilar de perdonar las deudas, como antiguamente se rezaba en el Padrenuestro, “se acabaría el neoliberalismo”.

Las bienaventuranzas

Pero el antagonismo más claro con los principios neoliberales se encuentra en las bienaventuranzas, núcleo y clave interpretativa del Evangelio de Jesús, que “no son normas éticas más o menos radicales, dado que Jesús no fue un teólogo, ni economista o moralista, sino un profeta provocador que va al fondo de la vida y sabe lo que nos hace bien, dichosos y felices aquí en la tierra”.

“El capitalismo dice primero el negocio, luego los pobres”, ha afirmado, en contraposición con lo que Jesús dice: “Primero los pobres y luego el negocio, lo que sea bueno para ellos será a la larga, y no tan a la larga, bueno para todos, será el mejor negocio”.

La versión más antigua y política, la del evangelista Lucas, “Dichosos los pobres porque Dios os prefiere”, contiene la promesa de que cuando dejen de tener hambre y de llorar serán los artífices del nuevo mundo, ha explicado, mientras que en la vesión de Mateo, donde habla de pobres de espíritu, “no habla de desapego a las riquezas, si se tienen”, como de que “son dichosos los que lloran con los que lloran, los que siente y practican la misericordia y se ponen del lado de los pobres, viven y siempre la paz”.

Arregi ha explica que también hay “unas bienaventuranzas para los ricos, la buena noticia es para todos”: la inversión de valores no consiste en que los oprimidos se conviertan en opresores, ni en que los ricos se vuelvan pobres, ni los felices en desgraciados, sino en que los opresores se vuelven hermanos y los ricos en solidarios”. Así, ha ahondado, el rico ladrón Zaqueo, transformado por el encuentro con Jesús, encuentra la dicha en compartir.

Ha terminado Arregi confesando su convicción de que “podemos esperar que este modelo económico cambie y ese otro mundo sea real”, pero teniendo claro que “esperar no es tener expectativas de que algo suceda y aguardar a que pase, sino vivir de acuerdo al espíritu profundo que nos mueve, y caminar en dirección al horizonte que vislumbramos”.

Si en los más de 20 siglos de cristianismo, no hemos avanzado mucho, no es fracaso de Jesús, sino nuestro, ha admitido: “No hemos sido fieles al aliento vital profundo que nos habita, al espíritu que movió a Jesús y que inspira a todas las criaturas” y que “el neoliberalismo mata”.