Las vacaciones, un derecho humano y un deber cristiano
Las vacaciones no son un lujo, sino un derecho humano reconocido en la Declaración de los Derechos Humanos, así como una necesidad para preservar la buena salud de la vida familiar, cultural, social y hasta religiosa.
“Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas, dicta el artículo 24 de la Declaración de Derechos Humanos de 1948. En la discusión, el delegado yugoslavo Vladislav Ribnikar, insistió en que “el derecho a descansar sin paga no significa nada”.
También la Iglesia ha defendido el derecho al descanso en general y las vacaciones en particular como parte de las prestaciones sociales que acompañan al salario justo o familiar. “Se trata ante todo de regular el descanso semanal, que comprenda al menos el domingo y además un reposo más largo, es decir, las llamadas vacaciones una vez al año o eventualmente varias veces por períodos más breves”, aparece en el número 19 de Laborem exercens.
La encíclica de san Juan Pablo II lo incluye dentro de los derechos principales que han de ser respetados y cuidadosamente cumplidos: “En el ámbito de estos derechos principales, se desarrolla todo un sistema de derechos particulares que, junto con la remuneración por el trabajo, deciden el correcto planteamiento de las relaciones entre el trabajador y el empresario”.
El descanso y las vacaciones no solo sirven para mostrar la debida consideración y la función social del trabajo humano, sino que también resultan imprescindible para asegurar la buena salud física y mental de la persona y el desarrollo integral de las diversas facetas de las personas.
El sindicalismo entiende también que las vacaciones no son un lujo, sino un derecho. La secretaria general adjunta de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), Esther Lynch, ha advertido que “el aumento de la desigualdad en las vacaciones muestra que los beneficios del crecimiento económico en Europa durante la última década no se han compartido de manera equitativa”, lo que ha llevado a que millones de personas trabajadoras no tengan derecho a disfrutar de tiempo libre con amigos y familiares.
Los salarios ínfimos existentes en la Unión Europea dejan sin vacaciones a 35 millones de personas sin vacaciones, de las cuales 4,7 millones residen en España. UGT y la CES entienden que la desigualdad en las vacaciones debe de ser incluida en los estudios del proyecto de directiva de la UE sobre salarios mínimos adecuados y negociación colectiva que examinará el Parlamento Europeo después del verano, al ofrecer una fotografía aún más certera de la situación de millones de personas en el continente.
Redactor jefe de Noticias Obreras