Tender puentes y derribar muros en el movimiento feminista
Feministas valencianas presentamos públicamente el 13 de mayo un acuerdo por la sororidad. El texto ha sido suscrito inicialmente por más de un centenar de mujeres representativas del feminismo en diversos puntos de la geografía valenciana, provenientes del mundo de la educación, la ciencia, la cultura, el periodismo o del activismo social.
Hemos cogido prestado el término “sororidad” de la maestra Marcela Lagarde, que lo definió como una forma cómplice de actuar entre mujeres, una propuesta política de alianzas para trabajar juntas en la lucha por una sociedad igualitaria. La palabra deriva del latín soror, que significa hermana, y la clave del concepto está en el reconocimiento y respeto mutuo. Ese principio de reciprocidad potencia la diversidad y es precisamente por eso, por lo que un grupo promotor de feministas valencianas lo escogimos como lema para impulsar un manifiesto que nos compromete a establecer un nuevo marco para el diálogo que respete esa diversidad.
Un mensaje constante en el pontificado del papa Francisco, que invita a tender puentes, sin agresividad, con quienes tienen un credo distinto. Una cultura del encuentro que como cristiana asumo e incorporo en mi compromiso y que me ha llevado a participar en la gestación de esta iniciativa.
El acuerdo se firma a título individual y supone un compromiso público de promover otro modelo de discusión en los espacios en los que cada una está. Un escenario de diálogo y de encuentro, protegido de las agresividades y las descalificaciones. Supone también tratar de sumar a más gente a esa dinámica y extenderla a las redes sociales, donde se recrudece el tono. En pocos días ya hemos multiplicado la cifra inicial de adhesiones y recibido muchos mensajes de apoyo, lo que demuestra que había más gente hastiada con el nivel de beligerancia que actualmente está impregnando los debates feministas. También ha levantado ampollas en algunos sectores y hemos recibido críticas, por considerar que desde el amor y la ternura no se puede hacer la revolución.
Para nosotras, lo importante en esta primera fase de la propuesta no está en los contenidos, sino en la forma. No buscamos la uniformidad, de hecho no todas pensamos igual sobre los temas que ahora mismo son candentes en el movimiento feminista. Tampoco el posicionamiento obligatorio, porque muchas están todavía en búsqueda. El objetivo es provocar una reflexión colectiva de lo que está pasando para cambiar la forma de abordar los conflictos.
El feminismo ha transitado de ideología minoritaria a un movimiento de masas, lo que supone un gran éxito para las mujeres y para la sociedad, porque hemos conseguido poner la igualdad en el centro de la agenda política. Pero quienes han visto amenazados sus intereses por la potencia que ha supuesto esta cuarta ola, han diseñado estrategias para desactivarla. Además, ese crecimiento exponencial y la incorporación de nuevas visiones entraña sus riesgos y no siempre hemos sabido gestionarlas. Es imprescindible para las firmantes del manifiesto recuperar un discurso feminista constructivo, que se fortalece tejiendo alianzas.
Periodista
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