La urgencia del pacto social
La celebración del Primero de Mayo aúna memoria y lucha, no solo hacemos memoria agradecida de los cientos de miles de hombres y mujeres que han dado lo mejor de sí mismos, incluso su vida, en defensa de unas condiciones de trabajo dignas, la conquista de derechos laborales…, es también y principalmente poner sobre la mesa, denunciar, la pérdida de derechos, el aumento de la precariedad, de la siniestralidad, la falta de trabajo, la situación de marginación y exclusión de miles y miles de hombres y mujeres que han sido expulsados del mercado de trabajo, unos por su edad se les excluye, otros por su juventud se les impide el acceso.
Con ocasión de esta celebración tan emblemática para el mundo obrero y del trabajo es conveniente no echar en olvido la crisis que estamos padeciendo. Esta crisis pone en evidencia tres cuestiones: la desigualdad de nuestra sociedad es insoportable; necesitamos promover socialmente los comportamientos fraternos y solidarios; necesitamos profundos cambios estructurales para afrontar de una vez problemas crónicos que tenemos como sociedad. En definitiva, necesitamos un proyecto común de sociedad muy distinto al actual.
Por ello es urgente comenzar a caminar hacia las reformas estructurales que necesitamos para acabar con la precarización de las relaciones laborales, para extender la protección de las personas desempleadas, para una protección social suficiente de todas las familias y personas, para el acceso universal a los servicios públicos, a derechos tan básicos como la vivienda, para políticas de rentas que garanticen a todas las personas unos ingresos mínimos, etc. Pero es más urgente aún atender ahora las necesidades de quienes no pueden esperar más. Se han hecho esfuerzos en este sentido, pero son claramente insuficientes. “No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede a un costado de la vida. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad” (Fratelli tutti, 68).
En esta crisis vemos muchas muestras de solidaridad,
pero también de profundo egoísmo
por la incapacidad de mirar y ver más allá
de los propios intereses,
olvidando a los más vulnerables.
Pero también es necesario un profundo cambio de mentalidad social para superar el virus del individualismo (que algunos disfrazan de reivindicación de la libertad de hacer lo que les venga en gana), que también mata. En esta crisis vemos muchas muestras de solidaridad, pero también de profundo egoísmo por la incapacidad de mirar y ver más allá de los propios intereses, olvidando a los más vulnerables.
Necesitamos ir más allá del inmediatismo y cortoplacismo político, que se instala en una realidad insostenible. Necesitamos algo que es evidente hace muchos años: construir un nuevo pacto social, mucho más ahora. Es una tarea que va mucho más allá, temporalmente, de lo que es la labor inmediata de un Gobierno y que, en lo que se refiere a su sujeto, necesita de una amplia implicación de muchos agentes sociales. Un nuevo pacto social que ponga en el centro el cuidado de la vida, que nos ayude a “pensar en grandes estrategias (…) que alienten una cultura del cuidado de la vida que impregne toda la sociedad” (Laudato si’, 231).
En la HOAC venimos insistiendo, desde hace tiempo, en la necesidad de promover un pacto social que contemple, al menos, dimensiones como las siguientes:
1.- La promoción del trabajo digno y con plenos derechos. Esencial para la persona y para la sociedad, que busque acabar con la exclusión del empleo y su precarización, el reconocimiento social de los trabajos que no son empleos, particularmente los de cuidados, que afronte con radicalidad la, tantas veces normalizada e ignorada, falta de salud y seguridad en el trabajo.
2.- El fortalecimiento de los derechos sociales de personas y familias, mejorando el ingreso mínimo vital. Orientado a garantizar el acceso universal a los bienes básicos para vivir con dignidad, la necesaria protección social de todos y que nadie sea excluido por ninguna razón.
3.- La igualdad real de género. Para acabar con todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres, y con la invisibilización de su labor de atención a las necesidades básicas de la vida.
4.- El impulso del cuidado integral del planeta. Para transformar las formas de producción, de consumo y los estilos de vida que son incompatibles con el cuidado de la casa común y la familia humana que la habitamos.
5.- La promoción de un pacto intergeneracional. Para el reconocimiento efectivo del valor de las personas mayores, las potencialidades de los jóvenes, la importancia de la interrelación entre las diversas generaciones, y nos ayude a pensar seriamente el mundo que dejamos a las futuras generaciones.
6.- La consecución de una educación integral. Que haga posible una ciudadanía ecosocial y abierta a la fraternidad universal.
7º.- La implantación de una fiscalidad progresiva que redistribuya de forma justa la riqueza social.
8º.- El impulso y el compromiso por un diálogo social que nos permita buscar en común desde la diversidad, buscando integrar a todos e impedir que los intereses egoístas, la codicia y los planteamiento reaccionarios socaven el bien común.
Que la celebración del Primero de Mayo sea ocasión para que los grandes problemas que tenemos como sociedad ocupen el primer plano del diálogo social.
Director del Secretariado de Pastoral Obrera y del Trabajo de la archidiócesis de Granada.
Militante de la HOAC de Granada.
Presidente general de la HOAC (2017-2021)