Romper la distancia «de seguridad»; activar la solidaridad
En este último tiempo, con la irrupción de la pandemia a causa de la COVID-19, son muchos los hábitos, costumbres, gestos que vamos cambiando en el modo de relacionarnos.
Los mensajes que nos llegan son insistentes, usar mascarilla, cuidar las medidas higiénicas, evitar aglomeraciones, no superar cierto número de personas en grupo y mantener una distancia de seguridad, que hemos denominado «distancia social».
Uno de los anuncios que viene empleando Osakidetza, el Servicio de Salud en la Comunidad Autónoma Vasca dice: «Por ti, por mí, 2 metros. La distancia que nos une». Parece contradictorio. La distancia que en principio separa es, en este momento, algo que nos une en esa complicidad y responsabilidad de alejar e impedir que este virus siga extendiéndose. Se trata de poner freno a la pandemia y evitar el contagio. Son parte de la «nueva normalidad». Un término que, como confinamiento, ha pasado a forma parte de nuestro vocabulario habitual.
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Militante de la HOAC.
Responsable de la Pastoral Obrera de la diócesis de Bilbao y miembro del Consejo Asesor de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española.