Despedido en cuarentena: «Nos pasa lo mismo que al resto de la clase obrera»
Grego Belmonte, militante desde hace más de 20 años de la HOAC, ocupa, por segundo año, la responsabilidad de representación de la diócesis de Barcelona-Sant Feliú. Acaba de ser despedido de su empleo, en pleno estado de alarma.
Tiene 52 años, una edad complicada para que te echen y más en estas circunstancias, en la que «tras la emergencia va a ser duro encontrar un nuevo empleo». Pero no pierde la confianza en que «Dios proveerá».
¿Cuál ha sido la causa de despido?
Yo trabajaba desde hace tres años y medio como comercial para una empresa de productos de iluminación. El 6 de abril me llamaron de gerencia para anunciarme que me iban a despedir, por la situación económica de la empresa pero que volveríamos a hablar cuando esto pasara. Pero en el burofax que recibimos dos compañeros y yo, nos decían que era un despido disciplinario porque habíamos hecho mal uso del material de la empresa –al ser comerciales, Grego y sus tres compañeros tenían tarjeta de la empresa para la gasolina, así como dietas, ordenador y teléfono de empresa–.
Entonces no os pagan indemnización, claro.
No nos han liquidado y nos deben parte del sueldo de marzo, claro. No podían hacer otro tipo de despido que no fuera disciplinario, que finalmente será improcedente. Pero la jugada ha sido muy fea porque sienta mal que te tachen de ladrón para echarte. Ahora la empresa ha ganado unos cuantos meses hasta que sea el acto de conciliación, y van a pasar meses por el atasco en el sistema. No está pagando sueldos, ni dietas, ni nada, y ellos siguen trabajando. De esta manera, primando más el beneficio empresarial, se ha quitado a tres trabajadores de encima pero sigue vendiendo con una infraestructura mínima. Y eso que los sueldos de los comerciales son, se apoyan sobre todo en las comisiones por ventas, el sueldo base no es muy alto y, por tanto, el ahorro no es excesivo. Así, pensarán, el mal lo repartimos ahora y cuando esto pase, los readmitimos y seguimos funcionando.
Y eso, ¿cómo afecta a vuestra familia?
En mi caso, en principio, no vamos a tener mucho problema porque, afortunadamente, no tenemos carga de hipoteca y somos bastante austeros. Habrá que vivir un poco más austeramente una temporada, pero tengo dos años de paro mientras encuentro otra cosa, aunque claro, el que viene no va a ser un buen momento para buscar trabajo nadie.
Como militante de la HOAC; acostumbrado a defender la causa del mundo obrero, ¿cómo se vive estar ahora en el lado de quienes sufren las injusticias del sistema económico y laboral?
Desde el primer momento, los tres compañeros hemos tenido claro que queríamos compartir la defensa jurídica, porque, aunque ellos viven en Madrid y yo en Barcelona, hablamos con frecuencia y estamos, desde el principio, convencidos de que esto lo tenemos que afrontar unidos. Queremos luchar y no vamos a negociar, sino que queremos que nos den lo que nos corresponde. Yo lo vivo con tranquilidad porque somos gente encarnada en la clase obrera y esto es lo que le ocurre a nuestra gente. Aunque con cierta sensación de incertidumbre, claro, la situación económica ayuda a afrontar el futuro tranquilo y en las manos del Padre, ya que Él proveerá. Estoy más preocupado por gente que conozco, en situación más precaria y que han visto cómo les rescindían el contrato. Mi hijo mayor, por ejemplo, de 22 años, trabaja en un centro comercial y fue afectado por un ERTE desde el día 14 de marzo, pero aún no ha cobrado. No tiene problema porque vive en casa, pero hay mucha gente en situaciones de mucha precariedad.
¿Cómo ves el futuro?
Lo veo complicado porque este sistema laboral está muy precarizado, con contratos de mucha temporalidad, salarios muy bajos, muchas personas contratadas como autónomas… Cualquier situación especial la acabamos pagando los trabajadores y trabajadoras. Y lo que nos llega a través de los medios de comunicación es que se quiere volver, cuanto antes, a lo que había, a una normalidad en la que seamos nosotros quienes hagamos el esfuerzo de consumir como antes para que todo sea como era. Nadie se va a hacer el planteamiento de que otro mundo y otro consumo es posible, y necesario. La maquinaria capitalista se pone en marcha: hay que consumir y hacer turismo interior para reactivar la economía.
¿No va a haber ningún cambio entonces?
Nos han inoculado el pensamiento único por el que el capitalismo ha conseguido hacernos creer que solo hay este modo de vivir. Por mi trabajo como comercial tenía mucho contacto con pequeñas empresas y autónomos que te decían: esto es una rueda, si la gente consume, si vienen al bar y gastan, yo puedo reformar y seguir gastando… El cambio de modelo solo puede venir por el tema medioambiental.
¿En qué sentido?
El cambio de mentalidad que nos traen los más jóvenes en cuanto a otro modo de vida para proteger el medioambiente es lo único que puede transformarnos. La Unión Europea, la ONU… no están a la altura, han desaparecido en esta pandemia. Nadie tiene una propuesta alternativa a esta globalización que no ha globalizado la solidaridad. Y la única vía de cambio es reducir el consumo y la explotación de recursos. Esta crisis sanitaria está muy ligada a eso, a la ruptura de ecosistemas que provoca, entre otras cosas, el salto de los virus entre especies… Para preservar eso, la única forma es la solidaridad internacional pero, veremos si estamos a la altura… •
Periodista.
Responsable de Comunicación de Cáritas Valencia.
Militante de la HOAC