«Quien más sufre el maltrato al planeta, no eres tú»
Comienza Manos Unidas una nueva campaña, «Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú», con la que, a lo largo del año 2020, la ONG de la Iglesia católica para el desarrollo, que me honra presidir, va a poner el foco, como viene haciendo desde hace 61 años, en las personas más vulnerables, en los millones de personas por y con las que trabajamos cada día.
Y lo vamos a hacer dando a conocer y denunciado las consecuencias que el deterioro medioambiental tiene sobre estas personas, a pesar de que son precisamente ellos los que menos han tenido que ver con el maltrato al planeta.
Manos Unidas lleva más de seis décadas trabajando para poner fin al hambre y a la pobreza en el mundo; pero también trabaja para denunciar las causas que producen estas lacras vergonzantes. El hambre y la pobreza son dos conceptos intrínsecamente relacionados, que se retroalimentan. Y erradicarlos, todos lo sabemos bien, es una cuestión de voluntad, de compromiso y de sensibilización; de invertir en agricultura, de reformar las reglas del juego del comercio internacional y también, por supuesto, de cuidar lo que tenemos: la tierra que nos da de comer, el agua que nos da la vida y el aire que respiramos.
No tiene sentido que el ser humano sea el único ser vivo que destruye, a conciencia, la tierra que le ha sido dada como un préstamo; la casa común en la que vivieron nuestros ancestros y en la que vivirán las generaciones venideras. Los seres humanos somos los únicos seres vivos capaces de hacer gritar de dolor y de sufrimiento al lugar donde habitamos, que lo esquilmamos, quemamos, explotamos, contaminamos y maltratamos hasta dejarle las entrañas heridas… Desgraciadamente, los seres humanos, con nuestro comportamiento insensible en algunos casos, egoísta en otros e inconsciente, conformista y poco solidario en la mayoría de las ocasiones, somos también los únicos seres vivos capaces de hacer gritar de dolor y sufrimiento a los miembros de nuestra propia especie.
Con esta campaña Manos Unidas quiere hacerse eco de esos gritos, como tantas veces nos pide el papa Francisco. Queremos hacer de altavoz del grito de la tierra herida y del grito de las personas vulnerables, empobrecidas y hambrientas, porque ambos lamentos suenan al unísono.
La deforestación, los cultivos masivos, los transgénicos, las actividades extractivas, las talas indiscriminadas de los bosques –pulmones de la tierra–, la contaminación de las aguas, los mares esquilmados… todo ello son agresiones al medio ambiente que nos están pasando factura y afectando como siempre a los más desfavorecidos.
Desgraciadamente, las cifras hablan por sí solas: el número de hambrientos, de personas que cada día se acuestan con el estómago vacío, pensando si comerán al día siguiente, lejos de disminuir, aumenta cada año. Pensemos por un momento en esas personas no como parte de una fría estadística, sino como seres humanos con nombre y apellido, con una historia de privaciones a sus espaldas o con un futuro que, en gran medida, va a depender de lo que se decida en los despachos de gobiernos e instituciones internacionales o, simplemente, de lo que hagamos cada uno de nosotros. 821 millones de personas nos exigen que actuemos y que lo hagamos ya, con contundencia.
A día de hoy, y tal cual está el panorama en el mundo, es imposible negar que los patrones del clima están cambiando: aumentan de las sequías, los periodos de lluvia se hacen más cortos y, a veces cuando llueve los hace con tal intensidad que el agua arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Los desiertos avanzan y amenazan la vida y el sustento de millones de personas…
En 2019 siete millones de personas tuvieron que desplazarse
forzosamente porque los fenómenos meteorológicos
extremos hicieron imposible su supervivencia
en sus lugares de origen
El desplazamiento forzoso y las migraciones son algunas de las consecuencias más tristes del cambio climático sobre las personas empobrecidas. En los primeros seis meses de 2019 siete millones de personas tuvieron que desplazarse forzosamente porque los fenómenos meteorológicos extremos hicieron imposible su supervivencia en sus lugares de origen. El Banco Mundial estima que, de no producirse un cambio, para 2050 el número de desplazados puede alcanzar los 140 millones. Y muchas de estas personas intentarán satisfacer, más allá de las fronteras de sus países, los derechos básicos que garantizan la dignidad humana: el derecho a una alimentación adecuada, al agua potable, a una vivienda digna o el derecho a tener una salud física y mental óptima. ¿Nos hemos planteado qué vamos a hacer cuando esas personas, a las que hace tan solo unos días se acaba de reconocer como refugiados, refugiados climáticos, llamen a nuestras puertas? ¡No quiero ni imaginarlo!
Manos Unidas trabaja, precisamente, para evitar que todas esas personas tengan que salir de sus países: trabajamos sobre terreno, codo con codo con nuestros socios locales y con las personas que más lo necesitan, y somos muy conscientes del enorme daño que el maltrato al planeta está causando a sus vidas. Lo que no sabemos es hasta donde pueden llegar estos daños si no se revierte la actual tendencia.
Alertados por las graves consecuencias que los cambios en los patrones del clima están provocando en estas comunidades, apoyamos proyectos de gestión, recuperación y protección de recursos naturales de manera durable. Estos proyectos abarcan áreas tan diferentes como la lucha contra la deforestación y degradación de los bosques y contra la desertificación.
También promovemos el uso de energías renovables y limpias y, por supuesto, la educación y la formación ambiental de la sociedad civil, las organizaciones de base, la comunidad educativa y las autoridades públicas. De hecho, tan solo en el año 2019, destinamos dos millones de euros, repartidos en 22 iniciativas destinadas a combatir el cambio climático.
Los comportamientos del norte, nuestros estilos de vida, son causa importante de muchos de los problemas del sur. Por eso, también desde aquí, tenemos que actuar. En Manos Unidas desarrollamos campañas de concienciación, de sensibilización: es necesario cambiar actitudes, pautas de consumo, solo transformando nuestro modo de vivir será la vida posible en el futuro. •
Presidenta de Manos Unidas