Paso de ahogarme. Yo quiero nadar. Y quiero que la gente nade conmigo

Alguien preguntó a Angela Davis hace unos meses, en una conferencia que pronunciaba en Barcelona, si hay esperanza en este mundo. Davis respondió: «La esperanza es una disciplina». Hay quien dice que es compromiso.
Kate Raworth, profesora de Economía en Oxford que se presenta como «economista renegada», sostiene que «es arremangarse; la esperanza es acción» (inciso: es la autora de Economía rosquilla: 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI, donde propone un modelo de crecimiento económico alternativo que equilibre las necesidades humanas esenciales y los límites planetarios. Ya se ve de qué reniega). Charo Mármol apuntaba en Alandar a principios de año que es rebeldía, no someterse al relato devastador que difunden machaconamente los grandes medios, buscando, tal vez, paralizarnos. ¿Quién dice que todo está perdido?, se pregunta La Negra Sosa, cantando a Fito Páez. Ya se lo digo yo: estos profetas de calamidades, tan cenizos como interesados en que nos quedemos cual mujer de Lot.
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Periodista.
Autora del libro Maneras de vivir Mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, está cambiando el mundo (Ediciones HOAC, 2024)