Trabajo, descanso y pausa
Me proponen escribir sobre «el descanso cristiano». Supongo que será descanso interpretado desde la fe cristiana. Tema oportuno para las vacaciones veraniegas.
Pero la fe cristiana no se reduce a creencias o aceptación de unas verdades formuladas. Más bien es la entrega total de la persona libre a Dios revelado en Jesucristo, como presencia de amor que continuamente se está dando en todas las personas, en todos los acontecimientos y toda actividad laboral.
Es verdad que necesitamos un descanso físico y psicológico pues el trabajo asalariado nos ata y fácilmente nos astilla. Pero ese descanso, para ser completo, exige la pausa: detenernos un poco para respirar, para ver las cosas como son y para modelar nuestra conducta. Programados por el horario de nuestro trabajo, arrastrados por el estrés de la vida actual, bombardeados por informaciones y desinformaciones, andamos entontecidos. Sin margen para discernir y para mirar la vida, incluido nuestro tiempo de trabajo, desde otro ángulo.
Las vacaciones pueden ser tiempo de descanso físico y psicológico. Pero también deben ser, complementado esas dimensiones, tiempo de pausa contemplativa para ser nosotros mismos en esta cultura de cambio febril que fácilmente nos instala en la superficialidad y en el hartazgo de la información. No hay tiempo mi espacio para mirar al fondo. Nos falta lucidez para procesar con calma nuestros altibajos y nos reduce a piezas de un sistema falto de humanidad. El descanso veraniego, para que sea total, también necesita la pausa. Que no es vacío sino talante contemplativo. Para respirar hondo y no engañarnos. Para mirar la vida, con su trabajo y afanes, con nuevos ojos. Para programar nuestras tareas desde el Evangelio y en nuestra realidad social. Quizás querían decir esto cuando me pidieron una reflexión sobre «el descanso cristiano». •
Teólogo